Ayuda en Acción hace presencia en territorios donde la tecnología no hacía parte de sus necesidades primarias. Y es aquí donde empieza el reto.
La humanidad vive un cambio permanente. Cada invención genera nuevas dinámicas: la pólvora, la imprenta, la revolución industrial… el nacimiento de la radio, la televisión, los computadores. Estos inventos han generado cambios en el mundo, en la sociedad. Cambios que, a pesar de ser tan disruptivos, se tomaron su tiempo. Si se mira la historia reciente, estos inventos aparecen con mayor velocidad, frecuencia. La tecnología no alcanza a sorprender con sus invenciones cuando ya aparece algo que hace ver obsoleto lo que hace unos meses parecía “lo último”. Ese ritmo vertiginoso de cambios -un ipod ya parece una reliquia, por ejemplo- se acentuó todavía más con la pandemia. El mundo cambió, sí, y la relación con la tecnología también.
Mientras mucha gente se pregunta si las oficinas volverán a ser como antes. O si volveremos a los estadios. O si ya las reuniones por zoom se quedarán para siempre, hay lugares en que estas discusiones parecen no importar. Por una razón: allá la tecnología nunca ha llegado. Mientras el mundo se acomoda a la virtualidad, hay zonas de Colombia donde esta decisión ni siquiera es una opción.
¿Sabes que hay niños que ni siquiera pudieron seguir estudiando por no tener acceso a internet? ¿Si pudieran tampoco lo hubiera hecho porque no tienen un dispositivo para hacerlo? Es ahí desde donde Ayuda en Acción ha tratado de brindar estas posibilidades. Porque la tecnología trae cosas muy positivas, expande el conocimiento, nos acerca al mundo entero. Como lo dice nuestra profesional de educación digital María Capacho, comunicadora social y especialista en la aplicación de TIC para la enseñanza: “La tecnología motiva a las generaciones a aprender, a ser auto dinámico, a explorar, cambiar el estilo de vida. Beneficia al trabajo colectivo, permite nuevas maneras de desarrollarse. Sin embargo, la responsabilidad de la tecnología debe estar presente. Ojalá se pudiese brindar nuevos dispositivos a las comunidades para que se usen y de desarrollen de manera responsable”.
Buscamos acercar la tecnología en comunidades que no la tienen. En 2020 pudimos entregar 880 tabletas en 7 municipios y 9 instituciones educativas.
Tuvimos 950 beneficiados directos. Un año después, y en respuesta a este confinamiento en el proceso de formación de los líderes en el proyecto de OIM – Fortaleza, se realizó la entrega de 25 tabletas. Se continuó con la formación virtual. Los líderes, incluyendo a los adultos que no las sabían utilizar, aprendieron a hacerlo con la ayuda de los profesionales del proyecto. Se convirtieron en una herramienta importante para capacitación, reuniones e interlocución con actores que se sumaron al proceso. Gracias a esas entregas logramos varios objetivos. Entre esos, que los jóvenes de los territorios pudiesen acceder a sus clases virtuales y sigan explorando en su desarrollo personal. Yurani Ocampo, joven apadrinada, lo dice en sus propias palabras. “Ayuda en Acción me entregó una “Tablet” para acceder a mis estudios virtuales. Eso me hace muy feliz”.
La tecnología avanza rápidamente. Es fundamental que las comunidades rurales no se queden atrás: desde la educación hasta la producción agrícola, todo necesita tecnología. Nosotros podemos ayudar a que así sea. Un zoom o una clase virtual es un lujo, no se debe dar por hecho que todos tienen esa posibilidad. Todos somos ayuda.