La mayor parte del tiempo Manuel Alfaro es un hombre serio, pero cuando le preguntan por los talleres de Ayuda en Acción se sonríe y recuerda con especial agrado dos actividades sobre habilidades para la vida en las que participó. La primera, relacionada con el manejo de las emociones donde, de acuerdo a su relato, aprendió “que uno debe tomarse un vaso de agua cuando está con rabia, cuando lo que sale es grosería, porque esa agua se lleva la rabia y permite actuar de mejor manera”.
Las opciones eran múltiples, Manuel podía escoger entre un borrador, para figurativamente deshacer el momento de tensión; un metro, para medir sus palabras; una aguja con hilo, para tejer soluciones; o un vaso de agua, para limpiar el enojo. Sin embargo, para el agricultor, la opción del agua era la más cercana a su cotidianidad.
Al final, lo importante era que los 184 adultos que participaron en la actividad de habilidades para la vida aprendieran a utilizar estos objetos para tramitar sus emociones de una manera positiva y así contribuir a la resolución pacífica de los conflictos, principalmente cuando se relacionan con los niños y niñas de la comunidad. Una habilidad para la vida que aprecia el agricultor.
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Conocimiento de sí mismo: una habilidad para la vida
Con la misma emoción, Manuel recuerda los famosos chalecos del reconocimiento, un ejercicio que consistía en la confección de una prenda de vestir, donde los participantes debían pegar en su parte frontal, papeles con sus principales aptitudes y habilidades, para posteriormente, pegar en la parte trasera esas oportunidades de mejora o aspectos en los que consideraban debían mejorar.
El ejercicio, cuenta Manuel, se hizo de atrás para adelante, porque para muchos era muy difícil enfocarse en lo positivo y muy fácil reconocer lo que les gustaría cambiar o mejorar. Al punto, que la mayoría de chalecos se encontraban prácticamente vacíos al frente. Motivo por el cual, cuando finalizó la fase confección y autorreflexión, las profesionales de Ayuda en Acción invitaron a todos los participantes a pegar en los chalecos de sus compañeros esas aptitudes y habilidades que reconocían en ellos.
Aquel fue un momento emotivo para cada una de las 5 comunidades donde se realizaron los talleres del proyecto. Muchos participantes no podían creer que sus compañeros habitantes los vieran con tan buenos ojos. Finalizada la actividad, que incluyó un ejercicio de presentación y socialización de cada uno de los chalecos, el balance era positivo, el ejercicio había subido la autoestima de las personas y fortalecido los lazos de cooperación comunitaria.
Lo anterior lo refrendaría Manuel unos meses después: “participamos en actividades de reconocimiento de sí mismo, en talleres de conocer a nuestros compañeros habitantes, hoy en la comunidad se decide en reunión y se actúa en grupo, estamos trabajando en beneficio de los niños”.
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Acciones que dejan huella

Manuel se ha convertido en un líder de su comunidad. En la actualidad alterna su profesión de agricultor con la dirección técnica del equipo juvenil de fútbol de Pueblo Nuevo, el cual se benefició de los kits deportivos entregados por el proyecto y hoy compite a nivel intermunicipal.
De esta manera, Ayuda en Acción, en alianza con aeioTU y con el apoyo de Fundación FEMSA, trabajaron de manera conjunta con las comunidades de Los Patos, La Ladera y El Palmar en el municipio de Majagual; y Palmaritico y Pueblo Nuevo en el municipio de Guaranda, para fortalecer los entornos protectores de la niñez y mejorar la calidad de la educación inicial en La Mojana Sucreña.