Yordin tiene 27 años y varias lecciones de vida.
Tiene 27 años y es padre de una hija de 5. Como si fuera un llamado del destino, además de aconsejar y orientar a su hija, en Ayuda en Acción debe hacer lo mismo con menores de edad de veredas y corregimientos cercanos a María La Baja, Bolívar. Yordin es el mayor de 5 hermanos, es tecnólogo en Promoción Social, hizo sus estudios en el pueblo y los complementó en La Guajira. Después de una gran experiencia como voluntario durante 8 meses, logró incorporarse a Ayuda en Acción por intermedio del socio local de la organización.
Yordin ingresó justo cuando comenzó la pandemia y durante esos largos días de encierro, además de participar en la entrega de kits de higiene, mercados, e información sobre la gravedad y prevención sobre el Covid-19, acudió a capacitaciones para saber cómo acceder a las comunidades donde Ayuda en Acción tiene incidencia. ¿Cómo hablarles a los menores de edad? ¿Cómo hablarles a los padres de familia? El mayor reto y, a la vez, la mayor gratificación que ha visto es justamente esa: que un joven pueda ser un guía no solo para los de su misma edad sino también guiar a adultos y menores. ¿Puede un joven enseñarle de la vida a alguien mayor? La respuesta ha sido afirmativa.

Hablando con la comunidad, Yordin ya ha tenido que ir rompiendo prejuicios y proponiendo reflexiones que parecen elementales. Por ejemplo, los niños no necesariamente deben vestirse de azul o las niñas de rosado. Una obviedad que tiene siglos de cargas impuestas. Él cita este ejemplo -apenas uno- de cómo se puede ir cambiando la mentalidad. Esos pequeños pasos son los que derivan grandes cambios. Y más cuando se busca reducir la desigualdad y la discriminación. “¿Acaso las mujeres solo están para hacer aseo y los hombres para salir a trabajar?”, se pregunta Yordin mientras con la cabeza hace un gesto de incredulidad.
Orientar a niños y niñas es un aprendizaje constante. Por eso continua en capacitaciones para saber cómo abordar temas sensibles, pero necesarios, como lo son inculcarles sus derechos fundamentales. También para incentivarlos a mirar su futuro que no necesariamente debe ser el trabajo que hacen sus padres. Estudiar es el camino, piensa Yordin. “Hay rutas, hay oportunidades”. Lo ideal es que, si pueden lograrlo, no le den la espalda a su comunidad, sino que aporten el conocimiento que adquieran.

“Es gratificante porque yo trabajo con la gente de mi propia comunidad, de mi pueblo. Al ver lo que van avanzando, en todos los aspectos, va cambiando la expectativa de los adultos”, dice. Su trabajo en Ayuda en Acción apenas comienza, pero su vocación contagia de esperanza a quienes lo conocen.
Yordin es uno más, una persona que desde el anonimato sabe que todos podemos hacer una sociedad mejor. Él lo hace en su comunidad llevando con su liderazgo ventanas de cambio.