Julieth pasó 3 años sin verse a un espejo. Cuando lo hizo supo que su autoestima no era tan alta como ella creía. A los 39 años, se vio su primera cana, sus primeras -diminutas- arrugas, vio el rostro de una mujer que apenas reconocía. “Yo no me amo y si eso no pasa, no puedo amar a los que están a mi alrededor”, pensó en ese momento. Esta es la historia de vida de Julieth, que gracias a su empoderamiento, ha logrado cambiar la realidad de las mujeres y su familia.
Supo que verse “linda” era quererse un poco más aunque no se la pasara en una peluquería, el autoestima comienza por sentirse bien consigo misma. Esa fue una de las tantas conclusiones a las que llegó después de un taller de autoestima promovido por Ayuda en Acción. Parecía una obviedad, pero para ella fue toda una revelación. “Yo no sabía lo que era peinarme o pensar en un par de zapatos nuevos”. Su rutina era despertarse muy temprano, a las 3 de la mañana a sacar quesos e ir a las fincas a traer y llevar 100 litros de leche. No había una opción más.

Han pasado más de 20 años desde que nació la red de mujeres de comunidades cercanas a María La Baja, que hoy encabeza justamente Julieth. Ella nació en Mahates, muy cerca al Canal del Dique, de una numerosa familia con 5 hijos y 5 hijas y un papá que, desde que eran muy pequeños, les enseñó todos los oficios: desde pescar hasta cultivar. Julieth siempre tuvo la inquietud de ir más allá, de cuestionarse por qué las mujeres estaban encasilladas en ciertos oficios y por qué los hombres en otros. Por qué había desigualdad en los derechos, según el género, y también por qué era tan difícil hablar del tema incluso con las mismas mujeres.
Julieth llega a un encuentro con Ayuda en Acción en motocicleta a la Casa de la Mujer, en María La Baja.
Pero no llega sola: su esposo la trae. Él ha dejado en puntos suspensivos sus labores para traerla y esperarla, mientras ella habla de la Red de Mujeres. Ese pequeño gesto de que un hombre le dé prioridad al trabajo de su esposa parece un cuento de ciencia ficción en ciertas familias de la región.
Fue un proceso largo, lento, pero en el que su esposo no solo entendió, sino que ahora la apoya. Es un gran avance, un ejemplo, que incluso Julieth ha tenido que explicar al interior de su propia familia.
Su hija mayor no entiende por qué ella no se queda en la casa haciendo aseo, cocinando o limpiando mientras se va a trabajar a reunirse con otras mujeres -más de 70- a hablar de emprendimientos y a liderar diagnósticos dentro de la comunidad femenina en la región.
Su hija menor, de 13 años, es más abierta y entiende la importancia de la labor de su madre y de esas reuniones mensuales donde hablan de patios productivos, de ventas de productos que ellas cultivan, de las estrategias de venta, de cómo se van a invertir las ganancias.
Encuentros de apoyo y empoderamiento femenino
La red constituyó un fondo de ahorro para solventar las necesidades de alguna de las integrantes de la red. Ellas mismas hablan y deciden para qué se pueden destinar dichos recursos.
La red promueve talleres de ventas, de calidad de producción y de inversión. Pero no solo eso, es una red de apoyo que por whatsApp consigue que todas dialoguen y expresen sus dudas, temores, frustraciones y se acompañen. El tema del maltrato intrafamiliar es muy presente, pero en esto también han logrado avances, invitando a las reuniones a los hombres, a que hablen y participen y entiendan más sobre los derechos de las mujeres y a reconocer el machismo que impera empoderamiento.

Hace pocos años, la red realizó un diagnóstico que dejó la preocupante conclusión de la alta tasa de violencia patrimonial donde queda claro. ¿Y dónde quedan las mujeres? Julieth no se cansa de trabajar, de pensar, de hablar en nombre de sus compañeras y ser ejemplo de empoderamiento. Ha estado en otras zonas del país y siempre está en busca de respuestas a tantas inquietudes. Su trabajo diario hace que la red fortalezca cada vez más derechos y que, cada paso, por más lento que sea, es un gran avance contra el machismo.
Julieth duró 3 años sin verse a un espejo y ahora decenas de mujeres ven en ella, al mejor de los espejos.