En el Bajo Mira, las veredas de Tumaco que han estado desprotegidas por el Estado, hoy más que nunca necesitan el apoyo de los colombianos. La cuarentena es un desafío en lugares donde el acceso es complejo, pero la amenaza de la pandemia está también presente.
Hay un lugar que hace parte del límite entre Colombia, Ecuador y el océano Pacífico, este es el territorio colectivo del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, donde muchas de sus comunidades están ubicadas a tres horas del casco urbano de Tumaco, en el departamento de Nariño. Su nombre se debe justo a eso: a que está asentado en la parte baja del río Mira que se impone en la zona y porque está en la frontera entre estos dos países. Acá, donde se vive de la pesca y la agricultura, la cuarentena ha puesto a prueba, todavía más, a una comunidad de tres mil familias que vive a diario el peor de los virus: el abandono.
Hablar de acceso a la salud o a la educación parece una broma y más ahora donde sus habitantes deben recorrer en promedio tres horas para ir al casco urbano a intentar vender lo que producen, pero también para traer alimentos que les permita su subsistencia. “Nosotros como pescadores y agricultores de este territorio no tenemos una economía solvente, porque no contamos con unas empresas, no contamos con estructuras o actividades económicas diferentes a las nuestras, a las ancestrales, a las que nos dejaron nuestros abuelos y aún estamos sobreviviendo nosotros”, dice Maritza Landázuri, Presidenta del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera.
En el Bajo Mira tener acceso a clases virtuales que promueve el Gobierno en colegios públicos es imposible. De la actividad diaria de recolectar conchas, cangrejo, jaiba, frutas, sin posibles compradores en el casco urbano, está haciendo cada vez más difícil la vida en las veredas. Es un territorio donde el Estado no tiene mayor presencia y donde el abastecimiento es toda una proeza.
Por su ubicación geográfica este territorio está muy vulnerable ante el coronavirus. Es conocido el drama que se está viviendo en Ecuador por la pandemia, con epicentros muy visibles como Guayaquil, y el hecho de estar en la frontera hace aún más vulnerable a esta población que también vive de la producción del cacao, el limón o la naranja. Eso de lavarse las manos con jabón, gel antibacterial, o usar guantes y tapabocas si se va a estar con alguien que pueda tener los síntomas, es imposible.
La pandemia ha dejado nuevamente al descubierto las necesidades básicas insatisfechas de la mayoría del territorio colombiano. Pero, así como la frontera con Venezuela ha acaparado la atención de los medios, la vulnerabilidad está presente en todas las fronteras, tal y como pasa acá con el agravante que para este territorio nadie visibiliza todos sus dramas. Ayuda en Acción a través de la campaña "Frente a la COVID-19 #SomosAyuda" quiere entregar 500 mercados semanales a las familias más vulnerables del país. Una donación única de 60 mil pesos puede aliviar la situación de cientos de colombianos que no tienen ninguna atención. La solidaridad debe prevalecer hoy más que nunca.