Cansada de huir de la guerra y de dar clases bajo un árbol, Luz Nelly Camacho una profesora se propuso liderar su comunidad para levantar una escuela y empezar de cero, después de sufrir varios desplazamientos.
“A veces vengo a aquel pozo a planear las clases para los estudiantes, pero también a llorar porque me da miedo que el conflicto vuelva a desalojar con sangre y fuego estas aulas de clase”.
Luz Nelly Camacho, sentada bajo la sombra de un rancho de palma de aceite recuerda con los ojos vidriosos las heridas que dejó el conflicto en la memoria de sus alumnos, en la suya. Eran años de ausencia de Estado, eran años de guerra, eran años de desplazamiento forzado, aunque después de la firma de los Acuerdos de Paz esos tiempos no han cambiado mucho.
Destino
Un error del destino, una decisión al azar, un consejo de un conocido llevó a la profesora Luz Nelly, quien había nacido y vivido toda su vida en San Onofre, Sucre, a la vereda Santa Cruz de Mula, del Carmen de Bolívar, una tierra que inmortalizó en una canción el compositor Lucho Bermúdez. A su llegada encontró 28 estudiantes en lugar de 138 como le habían dicho, era una comunidad olvidada en el mapa y azotada entre paramilitares y guerrillas.
Luz Nelly, una mujer de piel profesora morena y alta, con los labios gruesos como su persistencia, con las perlas brillantes como su inteligencia, con la voz fuerte como su carácter, con el cuerpo definido como su valentía cuenta que constantemente, casi siempre, entraban hombres armados a esconderse en el salón de clases de la vereda, y lo único que podía decirles era que se fueran porque los niños podían salir lastimados.
Cuando se le habla de esos momentos respira hondo como si le faltara el aire, las venas de las manos se le brotan, las piernas se le ponen tensas como si de nuevo se preparara para salir corriendo de los horrores de la guerra: “Estaba dando clase cuando de repente nos bombardearon, todos corríamos y los niños, en su inocencia, se quitaban las camisas y las agitaban al viento”.
Lo hacían para pedir clemencia a los señores que los atacaban desde el cielo, compasión y misericordia, pero eso no pasó. No solo tuvieron que huir ese día sino tres veces más, porque los enfrentamientos entre los actores armados presentes en el territorio los perseguían a cada paso, en cada lugar. La “Seño”, como le dicen sus alumnos, tuvo que salir corriendo con la comunidad por la guerra que nada deja y nada siente.
Empoderamiento
Luz Nelly empieza a caminar bajo el calor infernal de la zona, mirando la tierra árida con ilusión, como si el sueño de su vida se hubiera cumplido. Después de que la guerra como un terremoto arrasó con to profesora do en su camino. Entre carreteras angostas, destapadas y polvorientas llegó a la vereda Pasoelmedio en María La Baja, un municipio que queda a dos horas de Cartagena, la capital del turismo colombiano.
Allí conoció al director de la Corporación Desarrollo Solidario quien tras escuchar tan triste y penosa historia compró unas tierras en aquella vereda para que se asentarán. En medio de la alegría y nostalgia, Luz Nelly llevó a aquella comunidad que había sido desplazada y entre todos reconstruyeron las viviendas de barro y también la escuela.
En los inicios, las clases eran debajo de ranchos de palma de aceite, no podía llover porque los niños se mojaban, no podía atender a todos los jóvenes porque no había pupitres suficientes, no podía mantener la atención por las altas temperaturas. El desespero, la angustia y el amor la llevaron a golpear y dormir en las puertas de la Gobernación, de la Alcaldía, para pedir una escuela para los niños.
Bajo un sol que opaca las fuerzas del cuerpo, Luz Nelly observa con sosiego las tres aulas y restaurante escolar que logró conseguir. Solo hacía falta una ayuda, un apoyo, un acompañamiento para que la población empezara de nuevo a avanzar por sí sola.
La profesora
Luz Nelly, sentada en un pupitre viejo que está ubicado debajo de un árbol, sabe que la educación es la única herramienta para construir paz y un mejor futuro. Ahora son años de esperanza, son años de optimismo, son años de entusiasmo aunque aún siguen siendo tiempos violentos y desiguales. Luz Nelly es una profesora risueña, amable y estricta con sus estudiantes, si le toca ser maestra de biología.
Aunque ahora tienen tres salones y un restaurante que están en buen estado esto no es suficiente, porque aun los jóvenes toman clase debajo de los árboles.
En definitiva, una educación de calidad, equitativa e inclusiva, es fundamental para disminuir las brechas que generan pobreza, exclusión e injusticia. La “Seño”, desde que llegó no ha abandonado a la comunidad, es la madre, es el motor, es la fuerza de una población.
Si quieres apoyar a Luz Nelly te invitamos a que lo hagas por medio de Ayuda en Acción. Tan solo 40.000 pesos mensuales pueden cambiar la vida de cientos de niños y niñas de las comunidades más vulnerables de Colombia. Ingresa a: https://ayudaenaccion.org.co/