y donde los niños y niñas deben ingeniárselas para aprender; y los profesores, también a enseñar. El acceso a la educación, un derecho que parece imposible.
Lleva 10 meses estudiando en la virtualidad sin internet. Con guías repletas de teorías y ejercicios, sin explicaciones y prácticas lúdicas. Durante la pandemia Alan Yatacue Dagua, de 13 años, estudiante de la I.E. Bilingüe DXI PADEN, del resguardo indígena López Adentro de Caloto, Cauca, ha tenido que estudiar solo, sin nadie que acompañe su proceso educativo. No porque los profesores no quieran estar presentes, más bien porque la situación así lo obliga.
Una vez a la semana Patricia Dagua, de 31 años, va a recoger las guías o talleres a la casa del profesor, para que Alan y Eymi Yatacue Dagua, sus hijos puedan estudiar. Dice que ha sido difícil porque los niños se estresan cuando no entienden los temas y que ella poco les puede explicar porque sus estudios fueron hasta quinto de primaria. Además, en la casa no cuentan con ningún tipo de herramienta tecnológica para establecer una buena comunicación con el profesor. Vale la pena detenerse un segundo y volver a los años en la escuela o colegio. Imagínese cómo hubiera sido estudiar sin un profesor que le explicara los problemas de matemáticas. Imagínese en una habitación en su casa lleno de preguntas: ¿Por dónde empezar? ¿Qué significa eso? ¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué no entiendo? Y, además, súmele que no tiene una biblioteca para buscar libros que lo puedan guiar o un computador o celular para indagar las respuestas correctas.
Pandemia
Las brechas educativas en las zonas rurales son enormes. Según las últimas cifras del Ministerio de Educación 158.000 niños y niñas dejaron de ir a la escuela durante la pandemia por problemas asociados con la conectividad e inestabilidad laboral. Todo esto impide que la educación virtual sea una realidad en las zonas más alejadas y dispersas del país. Es como si los niños y niñas del campo estuvieran destinados a una vida de retraso, exclusión y pobreza.
A Alan le gusta jugar a las escondidas y montar bicicleta con su hermana Eymi, de 8 años. También, acostumbra a estar en su huerta, en donde tiene sembrado cilantro y cebolla. Poco sale a jugar a la calle, en gran parte por el virus, pero sobre todo por la violencia e inseguridad que sacude a este territorio, un poco sombrío y abatido a causa de la presencia de grupos armados ilegales.
Ayuda en Acción está comprometida con garantizar el derecho a la educación durante la pandemia. Es por ello que acaba de entregar 169 tablets con conectividad a las Instituciones Educativas en Caloto y Guachené, Cauca. Alan Yatacue Dagua, es uno de los beneficiarios y con gran entusiasmo, él espera que este año su educación mejore y tenga más oportunidades para salir adelante.
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