Mientras el debate global sobre movilidad humana se enfoca casi exclusivamente en quienes migran, un nuevo estudio revela una realidad poco explorada: la de aquellas personas que deciden no migrar como resultado de distintos factores. La investigación, liderada por Ayuda en Acción junto al Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID) de Canadá y la Cátedra de Investigación sobre Desplazamiento Forzado del CIID de la Universidad del Pacífico de Perú, analiza por qué millones de personas permanecen en sus países de residencia o tránsito incluso en condiciones adversas.
El estudio compara la situación de inmovilidad de cinco países, tres de Latinoamérica (México, Colombia y Ecuador) y dos de África (Etiopía y Malí), y pone el foco en poblaciones migrantes de zonas rurales, fronterizas y urbanas en condiciones de vulnerabilidad. Tras los hallazgos encontrados, se evidenció que, para estas poblaciones, quedarse no es una muestra de pasividad, sino una elección compleja influida por múltiples factores. Aunque se cree que el mundo está en constante movimiento, solo el 3,6 % de la población es migrante, lo que confirma que la inmovilidad es una realidad predominante y muchas veces invisibilizada. Conoce el estudio aquí
El arraigo en Colombia
En Colombia, la decisión de quedarse está fuertemente influenciada por legados de desplazamiento forzado, desconfianza institucional y responsabilidades de cuidado dentro del hogar. En regiones como Cauca y Cali, donde el estudio aplicó 427 encuestas (250 en Cali y 177 en Cauca) muchas personas no permanecen por sentirse seguras, sino porque el trauma, la precariedad económica o el temor a repetir fracasos migratorios limitan sus opciones. A esto, se suman factores como la escasez de agua, las amenazas climáticas y la débil presencia del Estado, que agravan su situación sin llegar a impulsar una migración efectiva.
El análisis identificó dos grandes segmentos. En el primero, el 55% de la muestra agrupa a quienes permanecen por arraigo, cuidado o una estrategia de estabilidad: cuidadoras, personas retornadas y pequeños emprendedores locales. Dentro de este grupo, el 87% afirma quedarse en su hogar y casi todos descartan migrar incluso con rutas legales o recursos disponibles. En el segundo segmento, el 45% desea partir, pero está bloqueado: algunos planifican cuidadosamente su salida (aspirantes estratégicos), otros quedan atados por su rol de cuidadores y un tercer subgrupo está inmovilizado por el trauma o la inseguridad. En ambos casos, la permanencia es una decisión relacional donde edad, género, violencia previa y abandono institucional, condicionan las posibilidades de actuar y, lejos de ser resignación, funciona como una estrategia de arraigo frente a una geografía desigual de oportunidades.
Inmovilidad, una decisión con múltiples causas
En América Latina, el estudio evidenció que muchas personas deciden quedarse para proteger y sostener a sus familias. Tanto las mujeres, los adultos mayores o los migrantes que optan por regresar a su país de origen, asumen diferentes responsabilidades en el hogar y deciden quedarse para permitir que los más jóvenes emigren y salgan adelante.
En países como Ecuador y México, las políticas de migración, los trámites legales y la falta de claridad jurídica se convierten en factores limitantes que llevan a los habitantes y migrantes extranjeros a un estancamiento indefinido en contra de su voluntad por buscar nuevas oportunidades de vida.
Por su parte, en Colombia y México, países que históricamente han estado marcados por el fenómeno migratorio, la población evidencia un agotamiento o rechazo a la movilidad producto de los intentos fallidos, la desconfianza hacia las instituciones gubernamentales y los sistemas migratorios, o el hecho de asumir una posición de resistencia frente a una mayor marginación en el país de destino.
“La inmovilidad no es ajena a nuestra realidad. Por el contrario, ante los actuales fenómenos migratorios, es fundamental reconocer tanto las aspiraciones como las limitaciones de cada población. Sólo así será posible impulsar políticas públicas y sistemas migratorios eficaces y seguros que hagan de la permanencia una elección digna y no una imposición del contexto. Porque nadie debería verse forzado a migrar o a permanecer en su país de manera involuntaria o en condiciones de vulnerabilidad por falta de alternativas”, declaró Diana Quimbay, Directora País de Ayuda en Acción en Colombia.
Cinco estrategias para apoyar la permanencia como opción legítima
Precisamente, con miras a construir una política de migración y desarrollo justa y eficaz, Ayuda en Acción propone cinco estrategias para que los gobiernos y organismos de cooperación apoyen la permanencia como una elección, siendo estas:
- Diseñar para los hogares, no sólo para los individuos: parte de entender la inmovilidad y la movilidad como estrategias domésticas de manera que se puedan proporcionar ayuda a las familias y facilitar diálogos de planificación entre los padres y jóvenes.
- Hacer que la inmovilidad de género sea visible y accionable: por su rol en el hogar y de cuidadoras, las mujeres optan por no emigrar. En este sentido, se busca reconocer su posición mediante ayudas flexibles y el financiamiento de servicios psicosociales para aquellas mujeres que absorben los costes de la movilidad de otros.
- Apoyar a las poblaciones atrapadas: el fracaso en el proceso migratorio debe convertirse en un motivo para crear programas de reintegración y repatriación para los retornados.
- Legalizar la estabilidad de los indocumentados que permanecen en el país: para los migrantes en tránsito, el limbo jurídico lleva a muchos a una inmovilidad a largo plazo, por lo que los Estados deben procurar brindar condiciones de vida dignas, ya sea mediante el acceso a vivienda, escolarización o políticas de regularización.
- Reconocer y dar recursos a los que permanecen anclados: es importante brindar apoyo a aquellas personas que deciden quedarse para estabilizar sus hogares. Esto es posible a través de la inversión en materia de infraestructura y servicios de apoyo multigeneracionales, al igual que un trabajo que aporte al cambio la narrativa alrededor de la permanencia como una contribución y no como un fracaso.
El estudio demuestra que la inmovilidad es una dinámica activa, que responde tanto a motivaciones personales como a limitaciones estructurales. Sin embargo, la atención exclusiva a los migrantes ha dejado desprotegidas a comunidades que sostienen hogares, cuidan generaciones y enfrentan crisis sin apoyo suficiente. Reconocer la permanencia como una elección legítima es clave para avanzar hacia una política de migración y desarrollo más equitativa y humana.