
Cumplimos 15 años en Colombia, ¿quieres saber cómo hemos dejado huella?
En 1981 no sabíamos cómo sería el mañana, pero lo imaginamos y trabajamos por él con millones de personas.
Ayuda en Acción nace tras un viaje a India de Gonzalo Crespí en el que conoció a Vicente Ferrer con la intención de hacer un reportaje. Uno de los implicados en la aventura puso en contacto a Crespí con el representante de ActionAid, que le planteó la posibilidad de abrir una sede en España. Rápidamente comenzamos a dar los primeros pasos para dejar una huella indeleble en la vida de las personas. Creamos así un innovador proyecto que fue capaz de movilizar a miles de personas en España: “jamás imaginé que llegaríamos tan lejos”, dice quien hizo este proyecto posible.
Ayuda en Acción fue la primera organización no gubernamental en España dedicada al apadrinamiento.
“Me gustó el nombre, yo quería apostar por una organización que actuase, que hiciera algo distinto”. Así comienza el testimonio de Conchita, nuestra primera socia. Cuarenta años después, sigue siendo parte de Ayuda en Acción junto con más de 120 000 personas alrededor del mundo.
Desde que Conchita fue registrada como socia número 1 en nuestros archivos, hemos mantenido el contacto con cada una de las personas que se han acercado a Ayuda en Acción con el objetivo de transformar el presente y el futuro de millones de personas y cientos de comunidades.
“Tantos años después, sigo estando orgullosa de pertenecer a Ayuda en Acción”, dice nuestra protagonista.
Cristian Nogales fue uno de los primeros niños apadrinados en América Latina con Ayuda en Acción. Era 1986 y comenzábamos a dejar huella en el continente, en la comunidad de Cayambe (Ecuador). Iniciamos así un nuevo camino tras nuestros primeros proyectos en India y en Kenia, donde habíamos empezado a trabajar solo un año antes.
Hoy ese niño es un líder comunitario, una referencia para quienes, como él, buscaban oportunidades de futuro y la encontraron en la solidaridad: “necesitábamos una oportunidad y nos la dieron”.
El 92 fue sin duda uno de los años más importantes en la historia reciente de España. En África también recuerdan ese año, pero por otras razones. El 8 de junio de 1992 convocamos a la prensa para informar de la trágica situación que millones de personas vivían como consecuencia de la sequía y la hambruna en el Cuerno Sur de África.
Aunque trabajábamos en el continente desde 1983, el 92 también fue un punto de inflexión para potenciar la ayuda en África y ampliar la huella de la solidaridad en el mundo.
El huracán Mitch se recuerda como uno de los más destructores de nuestra era. Con casi 20.000 personas fallecidas y pérdidas millonarias, esta catástrofe movilizó a todo el mundo y supuso un hito en cuanto a asistencia humanitaria se refiere.
Ayuda en Acción trabajó junto con la población afectada por el huracán Mitch en Centroamérica durante seis años (1998-2006) para dar respuesta directa a la emergencia y contribuir a la reconstrucción (de infraestructuras, pero también de vidas).
En la historia de nuestra organización, Mitch supone un antes y un después en nuestra forma de intervención: contar con proyectos a largo plazo es imprescindible para transformar realidades y construir futuro digno.
Con el comienzo del siglo inauguramos también los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La educación era fundamental para cumplirlos. Nuestra apuesta por la educación es firme y por eso nos unimos a la Campaña Mundial por la Educación (CME), una alianza de ONG, sindicatos de la enseñanza y organizaciones comprometidas con la educación. Como en otras redes de las que somos parte, incidimos social y políticamente para posicionar la educación de calidad como una prioridad para el desarrollo. Con la CME, que lideramos más tarde (2017-2020) participamos en el Foro Social Mundial de Dakar (2011) y organizamos cada año la Semana de Acción Mundial por la Educación.
Lo primero que hicimos en Colombia fue buscar a las comunidades que más podríamos beneficiar. Nuestra búsqueda fue abriendo caminos para incentivar la solidaridad en zonas rurales dispersas de siete departamentos: Montes de María, Bolívar; Achí, Guaranda y Majagual, Sucre; Palmira, Cerrito y Ginebra, Valle del Cauca; Caloto y Guachené, Cauca; Yacuanquer, Consaca, Tumaco, Andes Sotomayor, Leiva, Cumbitará, Policarpa y Rosario, Nariño; Cúcuta, Norte de Santander y Bucaramanga, Santander.
Más de 300.000 personas murieron como consecuencia del terremoto de Haití. La comunidad internacional y la sociedad se movilizaron para dar respuesta a la emergencia. Desde Ayuda en Acción participamos en un programa de reconstrucción que duró tres años.
Tras los primeros momentos de prestar bienes de primera necesidad creamos refugios temporales y atendimos psicológicamente a la población. Miles de niños y niñas lo perdieron todo, incluso a sus familias. Pero de la destrucción también surgen historias que dejan huella en nuestros corazones, como la de Moona y la niña Cherlandine
Convencidos de que la educación es el primer paso para disminuir las brechas sociales, consolidamos alianzas permanentes que generan impacto. En 2011, con la Alcaldía de Soacha, la Gobernación de Cundinamarca y la Fundación Pies Descalzos, construimos en Soacha, Cundinamarca, 6 nuevas aulas y un polideportivo comunitario. Aportamos así a la cobertura educativa en el sector.
Fortalecemos la educación. Bajo este propósito, implementamos acciones para la promoción de los derechos de los niños y las niñas y realizamos seguimiento al estado nutricional de los estudiantes de Quibdó, Chocó. Una intervención en alianza con la Fundación Pies Descalzos.
Recibimos las primeras donaciones y apadrinamientos por parte de la población colombiana.
Ese mismo año iniciamos nuestra intervención en El Salado, Bolívar. El Salado fue el escenario de unas de las peores masacres de la historia de Colombia. Los aterradores acontecimientos se sumaron al desplazamiento de la población. Después del retorno, y de más de 10 años de la tragedia, la comunidad mantenía las necesidades básicas insatisfechas como acceso a agua potable, infraestructura escolar inexistente, entre otras cosas. Pero, ante todo, la tarea era reconstruir el tejido social en medio de la incertidumbre y la sombra del horror. Esta zona es la primera a la que se le hemos inyectado capital 100% recaudado en el país. El trabajo y procesos con las veredas nos ha llevado a consolidar grandes resultados.
Un año después de la firma del acuerdo de paz (2016), Planeta Futuro de El País publicó el especial Colombia tras el conflicto, en el que se muestra gran parte de nuestro trabajo.
Ese año seguimos recorriendo el país para trabajar en comunidades con muchas necesidades, pero también con grandes potenciales. Primero, llegamos a Ginebra, Valle del Cauca, para impulsar la economía local del sector desde el fortalecimiento de la producción agrícola con productos como cafés especiales y uva Isabela. También trabajamos en la educación de campesinos de la mano de juntas de acción comunal y grupos de la población civil presentes en el territorio. También llegamos a la Cuenca del Amaime, municipio de Palmira y Cerrito, departamento del Valle del Cauca. Una de las primeras líneas de trabajo estuvo enfocada a la dinamización de la economía local del sector, especialmente en cuanto a la capacidad organizativa de las asociaciones de productores del sector agrícola. Por su ubicación geográfica, es una zona de altos índices de violencia, por lo que trabajamos en el establecimiento de procesos de convivencia y paz.
En este 2014 también llegamos a María La Baja, departamento de Bolívar. Allí el panorama era de una débil y problemática relación y compromiso de la institucionalidad con el territorio. Así lo vimos en el no acceso a necesidades básicas y desplazamientos y muertes asociadas a la tenencia de tierras para el establecimiento de monocultivo de palma de aceite. También trabajamos en la necesidad alimentaria y las estrategias de educación en los campesinos. Otro indicador muy alto era el de la violencia basada en género, problemática que el socio local venía trabajando desde años atrás y que entramos a fortalecer desde la implementación de estrategias de trabajo directo con mujeres en la construcción de espacios de diálogo. En otra zona de Colombia, en Pacurita, Chocó, inauguramos el acueducto comunitario, en alianza con la Fundación Pies Descalzos y el grupo Ferrovial.
La Mojana ha sido una zona estratégica para intervenir en la región Caribe. En medio de su imponente belleza también ha sido escenario de violencia. Ahí vimos una oportunidad de potenciar la construcción de una cultura de paz en el territorio. Encontramos una presencia débil de la institucionalidad y aprovechamos el trabajo adelantado por el socio local. Hemos estado en los municipios de Achí, Guaranda y Majagual. Otro aspecto que encontramos es la corrupción y también trabajamos para disminuir los índices de este flagelo.
Nuestro trabajo por Colombia se extendió también a los municipios de Yacuanquer y Consaca, departamento de Nariño; y a los municipios de Guachené y Consaca, departamento de Cauca. En los primeros, encontramos una oportunidad importante con la seguridad alimentaria del sector, la economía alrededor de la diversificación de cultivos para el autoconsumo y el rescate de actividades ancestrales sobre su manera de cultivar. También, gracias al trabajo con el socio local desde la estrategia de Herederos del Planeta, hemos trabajado con la población infantil y juvenil, en el rescate de productos autóctonos. Así como en el fortalecimiento de asociaciones presentes en el territorio.
Evidenciamos una gran oportunidad de impulsar el encadenamiento de productos como caña, panela y arroz a cadenas productivas más grandes, esto con miras de dinamizar la economía. Este territorio históricamente ha sido víctima directa del conflicto interno del país, por lo cual desde el principio hemos trabajado en el establecimiento de espacios de diálogo que terminen en un aporte para la paz. Además, seguimos empeñados en que se brinde el acceso a necesidades básicas insatisfechas como, por ejemplo, al agua, saneamiento básico, entre otras.
Una de las noticias más tristes de 2017 fue el terremoto en Mocoa que prácticamente dejó destruida la ciudad esa noche del 31 de marzo y la madruga del 1 de abril. Comenzar de ceros era el futuro inmediato de la comunidad, pero también atender a las víctimas del desastre que necesitaban ayuda para sobrellevar los días que siguieron en medio de muchas dificultades para dormir o comer. En medio del caos, la solidaridad se hizo presente y desde Ayuda en Acción lideramos una campaña para no dejar a nadie indiferente. En alianza con la Patrulla Aérea Colombiana, lideramos una campaña de recaudación de fondos para los damnificados de la catástrofe de Mocoa.
Fue un año de grandes logros y muy visibles para las comunidades con las que trabajamos. Solo algunos ejemplos: en alianza con Tamarin Foundation remodelamos y ampliamos la cocina de la escuela Llano de Taula en Guachené, Cauca; construimos una batería sanitaria en la sede de preescolar de la institución educativa Las Mercedes en Guaranda, Sucre; y adecuamos el establo de prácticas silvopastoriles de la institución educativa La Concentración en el municipio de Yacuanquer, Nariño. Pero no solo eso, como parte de la alianza El círculo del agua por los Montes de María, trabajamos para garantizar un derecho negado en la zona por muchos años: el acceso al agua potable. Una gestión en alianza con Grupo Argos, Coltabaco, Patrimonio Natural, Mullen Lowe Group y Fundación Crecer en Paz y Ayuda en Acción.
Nuevamente con un aliado importante como lo es Fundación Carulla-aeioTÚ, presentamos el proyecto “Redes afectivas por los niños de La Mojana” a Fundación FEMSA el cual fue aprobado, y tiene como objetivo promover el desarrollo integral de la primera infancia en los municipios de Majagual y Guaranda, Sucre. Con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) iniciamos el proyecto “Fortalecimiento de las capacidades para la mejora de los medios de vida en Tumaco”, el cual ha permitido mejorar la seguridad alimentaria y disminuir la pobreza en la región.
En 2019 nos unimos formalmente a la red Alliance2015 para ampliar nuestra capacidad de respuesta en todo el mundo. Ocho organizaciones europeas trabajamos independientemente pero de forma coordinada para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Juntas estamos presentes en 85 países para apoyar a 50 millones de personas y elaboramos cada año el informe Global Hunger Index sobre el estado del hambre en el mundo.
Trabajar en red permite ser más eficaz y eficiente y por ello trabajamos en muchas otras redes vinculadas al mundo de la cooperación al desarrollo y la acción social: Plataforma por la Infancia, World Compliance Association o las diferentes coordinadoras de ONGD son muestra de ello.
Nuestra labor siguió creciendo en varias regiones de Colombia. Este año llegamos a la región de Santander y Norte de Santander, a los municipios cercanos a Bucaramanga; y también a Cúcuta, Zulia, Puerto Santander, Los Patios y Villa Del Rosario. La necesidad saltaba a la vista: la migración de la población proveniente de Venezuela. Hemos buscado brindar principalmente kits de higiene y energéticos, agua potable e información para la población migrante de la mano de la Dirección General de Protección Civil Europea y Operaciones de Ayuda Humanitaria (ECHO) y en consorcio con CESVI, ACTED y Helvetas, organizaciones que hacen parte de Allliance2015.
Por otra parte, en alianza con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), iniciamos el proyecto “Desarrollo territorial y consolidación de la paz mediante el fortalecimiento de la cadena productiva de cacao en Nariño”, el cual tiene como objetivo fortalecer la cadena productiva del cacao, beneficiando así a más de 1.700 familias afectadas por acciones de actores armados. En Norte de Santander también trabajamos un proyecto de ayuda humanitaria y atención a población migrante y retornada de Venezuela que consiste en brindar información, hidratación, kits de higiene y alimentarios en puntos ubicados en los municipios de Villa del Rosario y Los Patios; así mismo, almuerzos diarios en comedores comunitarios ubicados en el barrio José Bernal y el Centro de Atención al Migrante en Cúcuta. Por último, en Pasto entregamos el modelo del Observatorio de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional de Nariño (OSSAN- Nariño). Este es un sistema de información que permite facilitar la lectura e interpretación de situaciones alrededor de la seguridad alimentaria y nutricional en el departamento.
Apenas llegó la pandemia a Colombia, en marzo de 2020, el mundo se cuestionó la vida que llevábamos y si estos encierros y la posibilidad de la muerte tan latente, nos cambiaría a todos. En medio de las desigualdades que salieron todavía más a flote, destinamos todos nuestros esfuerzos y recursos a atender la emergencia causada por la COVID-19. Por eso, entregamos 6.340 mercados, 1.200 tabletas con conectividad, 9.765 kits de higiene, 430 filtros potabilizadores, 210 tanques de agua y 22 puestos de lavado de manos. Además, 8.080 personas fueron beneficiadas con cash e insumos para la recuperación de medios de vida y 6.780 mujeres y niños fueron asistidos con acciones de prevención de violencia.
Ayuda en Acción cumple ya 15 años en Colombia trabajando para que las familias más vulnerables tengan acceso a sus derechos básicos y para que la pobreza se reduzca más en medio de las dificultades. Nuestra meta es seguir adelante, incansablemente, en el propósito de acompañar a las comunidades de zonas rurales y en darles una mano para que los procesos sociales se consoliden. Este 2021, de la mano de OIM y USAID, hemos llevado a cabo actividades en pro de la integración entre la comunidad de acogida y la población migrante tanto en Cúcuta como en Ipiales. Hemos desarrollado acciones para el restablecimiento de derechos a la población migrante con vocación de permanencia e iniciamos intervención en Cali. Grandes pasos en un camino largo que queremos seguir recorriendo y en el que la brújula es la solidaridad.
Ayuda en Acción fue concebida para ayudar a personas y esta fijación es la clave de su éxito. En 2020 cumplimos 40 años ininterrumpidos de trabajo que nos han permitido conocer miles de historias, unas desgraciadamente tristes pero la mayoría esperanzadoras.
La huella que hemos ido dejando nos permite también replicar proyectos en contextos y situaciones donde estos pueden funcionar, pero también evitar errores.
Hace 40 años no sabíamos cómo sería el futuro al que íbamos a enfrentarnos. Hoy ese futuro es nuestro presente. Sabemos que nuestros proyectos pueden conseguirse gracias a la solidaridad.
Premios y reconocimientos concedidos a Ayuda en Acción en los últimos años.