“No todos los lugares
Sólo quiero decirte
hijo de mi vida
que no todos los lugares
son tuyos,
pero cada uno de ellos
guarda algo para ti”.
Hugo Jamioy Juagibioy
Todos los lugares guardan algo para ti. Así lo considera Marina Arteaga Chaspuengal, mujer indígena de la comunidad Pastos. Como madre cabeza de familia, ha encontrado en Villanueva, vereda de Nariño, el lugar para poder emprender y sostener a su familia.
Antes de la crisis generada por la pandemia, Nariño enfrentaba un desempleo del 6.3%. Sin embargo, la crisis del 2020 generó un incremento de 2.9 puntos porcentuales registrando una tasa de desempleo del 9.2%.
Muchas personas perdieron sus trabajos. El acceso a educación, salud y alimentación se hizo cada vez más difícil. Esto ocasionó que la brecha de pobreza en Colombia se ampliara. Por ende, también afecta más a las mujeres, quienes asumen mayores responsabilidades; una realidad más dramática cuando la mujer es madre cabeza de familia.
Marina Arteaga perdió su trabajo y con este su única fuente de ingreso. Esta mujer de 39 años, es una madre cabeza de familia. Desde muy joven ha trabajado para sacar adelante a sus cuatro hijos, dos de ellos menores de edad, su hija aún está en el colegio. Antes de la pandemia se dedicaba al trabajo en casas de familia, sin embargo cuando empezó el confinamiento perdió su empleo; su vida, al igual que la de muchas personas, tuvo que empezar desde cero.
Del trabajo comunitario al emprendimiento
Para el pueblo indígena Pastos la familia y la comunidad son unidades muy significativas. Con frecuencia se reúnen hombres y mujeres en La Minga. Allí se organizan para realizar trabajo comunitario. Como colectivo se apoyan y ese sentido de unidad y de respaldo es el que recuerda Marina. Fue cuando el desempleo y la responsabilidad como madre cabeza de la familia la llevó a emprender una iniciativa que nunca imaginó.
Unos lavaban, otros armaban su puesto de venta y la rodeaban en ese desafío lleno de incertidumbre.
““Luego de dos meses de desempleo, decidí apostarle a la venta de comida rápida. Tenía mucho miedo porque nunca había tenido algo propio y porque no contaba con el dinero para emprender. Logré reunir $90.000 y con el apoyo de mi familia armé mi puesto de comida. Troncos de guadua sostenían una tela fuerte. En medio de cucharones, horno microondas y utensilios de cocina prestados inicié este sueño bajo una carpa y rodeada por los míos”.
En Colombia, según el DANE, el 40,7% de los hogares cuentan con madres cabeza de hogar. Es notorio el incremento con el censo de 2005, que registraba un 29,9%. Madres que día a día deben alternar las tareas del cuidado del hogar. Pero también las de la educación de los hijos. Además, con la preocupación que genera la búsqueda de un ingreso fijo mensual que les permita sostener su hogar.
Una preocupación que solo la vence la fuerza del amor y el deseo por asegurar la alimentación de sus hijos. A punto de cumplir un año con su puesto de comidas, hoy alterna esta labor, con su trabajo como cocinera. Los días han cambiado, si bien logró ubicarse nuevamente en una casa de familia, esto no es suficiente. Tiene que triplicar su tiempo para hacerle frente a sus tres trabajos.
Sin importar el clima, las preocupaciones y el cansancio ella desde las 4:30 a.m. empieza a trabajar. Desde esa hora lava las papas. Entre agua y jabón ora para que no se le quede nada de lo que prepara. Luego de encargarse de las labores del hogar inicia a las 7:30 su trabajo en una casa de familia. Allí trabaja hasta las 2:00. En una hora maratónica se dirige al mercado central y compra los insumos para deleitar a su fiel clientela. Estas personas la eligen a pesar de la competencia. En su cuadra otros 4 puestos también se rebuscan lo del diario.
Y ahí sigue ella hasta las 10:00 u 11:00 de la noche. Tan solo una hora la separa de un nuevo amanecer. Teme que en cuatro horas y media no pueda terminar lo pendiente y no alcance a alistar todo para una nueva rutina. Pero así es Marina, una madre perseverante y trabajadora. Ella supera las pruebas de vida más difíciles por su familia, por su bienestar, por su corazón de mamá.
Materializando sueños
El remedio para superar los obstáculos es el amor, dice. “Con amor y fe todo se puede. Miré empecé con todo prestado y hoy ya compré mis cositas y recibí apoyo, algo que jamás imaginé”. Marina hace parte del proyecto “Ipiales te acoge”. Esta iniciativa de Ayuda en Acción, la OIM y USAID, que busca mejorar la convivencia y fortalecer el tejido social y cultural en el territorio.
Ha participado en varias actividades de este programa que beneficia a más de 480 personas de Colombia y Venezuela. Aquí no solo le ha permitido capacitarse en manejo de alimentos. También le ha brindado herramientas para su empoderamiento y para fortalecer su emprendimiento.
“Uno a veces todo lo ve fácil pero gracias Dios estas organizaciones me han dado la mano cuando más lo he necesitado. Aprendí muchas cosas, porque todo tiene su mística. Hoy soy una mujer más independiente y conozco más sobré cómo llevar el negocio y las finanzas”.
Hace unos días su cara cambió cuando adicional al proceso de capacitación, recibió de Ayuda en Acción una nevera y una picadora. utensilios que no duda llevar al local que añora tener. Porque ese es su sueño. Cambiar una carpa rústica por un local que ofrezca más que comida rápida. Un lugar en el que los sabores tradicionales de la gastronomía de la región seduzcan a propios y foráneos. Porque está segura que Villanueva, su lugar natal, guarda algo para ella. Para quienes saben que no todos los lugares le pertenecen. Pero cada uno siempre tiene algo por ofrecer.
Si quieres apoyar a mujeres como Marina Arteaga, dona aquí: https://ayudaenaccion.org.co/colabora/derechos-mujeres/