La periodista Claudia Palacios habló con Ayuda en Acción sobre su libro HemBRujas, que recoge el testimonio de 83 mujeres que se han abierto camino en una sociedad donde ha predominado el machismo. El libro inspiró, de paso, una obra de teatro. ¿Cómo va Colombia en la lucha contra la inequidad de género?
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AEA: ¿Ha cambiado una sociedad machista como la colombiana, hay avances en el tema de equidad de género?
C.P: Para el libro me interesaba mucho entrevistar niñas para saber qué tanto habíamos cambiado en la forma en que se sienten y las herramientas que tienen para manejar situaciones que pueden ser difíciles y tuve como una doble sensación: por un lado, la conceptualización de todas estas historias de las luchas de género y demás, la tienen muy clara. Las niñas de 12 años, que son la última entrevista del libro, articulan unas ideas que a mis 12 años no hubiera podido articular. Hablan de cosas que ni siquiera pensaba a mis 12 que se debían cuestionar. Por ese lado, sí hay un avance evidente. Hablamos de niñas de Bogotá. Pero por el otro lado, no tienes las herramientas para manejar las situaciones difíciles que al final es lo que importa. No te sirve tener la conciencia si no tienes herramientas para enfrentar la realidad. Una de ellas decía que cuando tenían 9 añitos, cuando jugaban basquetbol, con niños y niñas, entonces nunca les pasaban el balón y cuando ellas se quejaban entonces ellos decían, “es que usted es niña”. Así, de buenas a primeras, sin mayor argumentación y se quedaban tan desconcertadas, que decían “bueno”, o lloraban o se salían. Y creo que eso se repite en contextos.
AEA: Ha sido un cambio lento…
C.P: Eso es lo que me preocupa y por eso yo escribí el libro, cuando hace un año y medio salió un estudio del Banco Mundial que decía que para alcanzar la equidad salarial tendríamos que esperar, al ritmo que vamos, al menos 200 años. ¿Y esto de qué se trata? Me da miedo que estamos bien en la forma, pero mal en el fondo.
AEA: En la obra hay una burla al tema de la corrección política a pensar cómo se debe decir cada palabra para no herir susceptibilidades. ¿Cuál es su posición sobre eso?
Precisamente empecé la obra por ahí, por el lenguaje inclusivo. Yo no tengo una postura a favor ni en contra de eso. Mi postura es que, cada quién, abandere su pequeña lucha, la lucha que crea que es importante para la gran lucha y yo les agradezco mucho a las que dan la pelea en cosas en las que no me voy a meter porque estoy absolutamente convencida de que la pelea de ellas me sirve. Y también quisiera que vieran que la pelea mía, así no me quieran a mí, a ellas también les sirve. Creo que lo del lenguaje inclusivo es decir no nos reduzcan a esto. Sin embargo, sí hay otros desafíos más de fondo, más urgentes.
AEA: ¿Qué consejo le puede dar a cualquier hombre en su día a día, en el trabajo, en la casa?
C.P: Yo creo que tenemos que cuestionarnos y dejarnos cuestionar. Muchas veces nos cuesta a nosotros mismos entender que hay comportamientos que creemos normales y que creemos es el deber ser y no vemos que eso tiene un impacto en nuestra relación con nuestros hijos, en nuestra relación de pareja, de compañeros, jefes, en la sociedad en general. Yo hago este ejercicio que lo he hecho muchas veces: mañana cuando se levanten, durante todo el día, hasta que se acuesten, identifiquen las relaciones de género que están viviendo en su cotidianidad: desde la preparación que dedica tu esposa a todo lo que tiene que ver con el hogar, el arreglo de los hijos, la comida, limpiar, recoger, ordenar, etc. Y así, en el día a día, uno encuentra un montón de cosas. Y le preguntaría a mi pareja: “dime hoy el que creas que es un comportamiento que va en contra de la equidad de género”. Y si te abres a que lo diga, vas a encontrar que hay comportamientos de tu día a día.
AEA: En un mundo ideal, ¿cómo sería la equidad de género?
C.P: Hay cosas que son de la naturaleza. La mujer puede tener el bebé en su vientre y el hombre no. Pero cuestionemos lo que es natural, pensemos por qué a una niña no le gusta hacer deporte o le gusta menos que a su hermano o que a su novio. O hace yoga y no otra cosa. Entonces vamos atrás, cómo fue la crianza y encuentras que no la dejaban subirse a un árbol o que, si salía a correr y a sudar, le decían “no, se ensucia, va a botar los moñitos, marimacha”, etc. La equidad de género no quiere decir que no reconozcamos las diferencias biológicas que tenemos y que eso nos puede llevar a ser mejor o peor en ciertas cosas, pero sí creo que hay muchas cosas, que son de mujeres o son de hombres que no están mediadas por la naturaleza sino por una crianza que creemos normal y no es así.
AEA: Vivimos en una sociedad creyente, mayoritariamente católica. ¿qué tanto ha influido la religión en el machismo?
C.P: Muchísimo, e incluso tres de las mujeres que entrevisté en HemBRujas eran muy importantes para mí, para abordar los asuntos de la religión porque la mayoría de este país profesan una fe. Así no sea practicante, yo profeso una fe, pero yo me he sentido cuestionada por sacerdotes, por la iglesia y por otras personas por expresar mis opiniones y me cuestiono el ser católica. Por eso quise entrevistar mujeres que supieran de religión: una monja, una obispa, y la Directora de católicas por el derecho a decidir, y definitivamente coinciden en que la manera en cómo se ha interpretado la biblia desde siempre ha sido una interpretación que ha sido inequitativa para las mujeres, que nos llena de pecados, con todo lo que hacemos: si tenemos deseo sexual, pecado; si no estamos al lado del hijo, pecado y así sucesivamente…
AEA: Incluso la imagen a seguir o adorar es la virgen…
C.P: Exacto, es una contradicción. Ten esposo y todo, pero tienes que ser virgen. Cuántos matrimonios se acaban porque el deseo sexual de la mujer no satisface las expectativas del hombre, pero cómo le puedes pedir a una mujer que libere su deseo sexual si toda la vida le dicen que el sexo es pecado. Entonces, por supuesto que la religión tiene mucho que ver en la manera como la sociedad nos juzga.
AEA: ¿La equidad de género en el trabajo se debe medir con indicativos como que debe haber el mismo número de empleados y empleadas y que todos ganen lo mismo?
Hay unas ideas que toca cuestionar mucho. Con la obra he llegado a muchas empresas y me dicen: “no, acá hay más mujeres que hombres, acá mandan las mujeres”. Pero me pregunto quiénes son los jefes: hombres. Vete a una junta directiva. No encuentras una junta directiva con equidad, no la encuentras. Encontrar 30 por ciento en una junta directiva es dificilísimo. Y como decía Mía Perdomo, si no llegamos al menos al 30 por ciento, es muy difícil que podamos generar cambio. Con que haya una mujer en la junta directiva no chuleas el tema de la equidad de género. Por ejemplo, en el sector de las flores, el 90 por ciento son mujeres, pero los cargos directivos los ocupan hombres. El número ayuda, pero se trata es más de estar en lugares para tomar decisiones.
AEA: En su investigación cómo ve que el Estado esté trabajando en este tema y más en las zonas rurales…
C.P: El campo es lo último que se atiende. En las zonas urbanas tienes acceso a contenidos que te ponen a pensar, pero para hacer un taller de masculinidades toca invertir un montón de recursos para que vayan, para llevar a los profesionales y hablarles a personas que tienen un pensamiento muy retrógrado y tradicional. Es muy precario ese tema en el campo.
AEA: ¿Cómo ha sido el cambio de los medios de comunicación frente al tema?
C.P: Si uno mira por quién están dirigidos los medios en Colombia, pues evidentemente los directores de los dos periódicos más importantes son hombres; los directores de los canales de televisión principales son hombres; los tres programas de opinión radial más importantes son hombres. Ahora bien, uno ve una cantidad de publicaciones, no sé, abres un periódico y ves cuatro artículos sobre género, columnas de opinión. Y es un avance. En mi caso, en el noticiero, yo propongo temas, hablo de feminicidios y ya hay un espacio para hablar de esto, pues hace años no pasaba. Yo comencé cubriendo temas de salud y era casi imposible hacer notas sobre esto.
AEA: En el libro hay 83 entrevistas, ejemplos de empoderamiento de todo tipo…
C.P: Madeleine Manzano es un gran ejemplo. Quería que el libro fuera lo más diverso posible. Parte de lo que quería, era incluir mujeres anónimas. Ahí encontré a Madeline, fue abusada, sale de su casa, quería trabajar, estudiar y su marido no la dejaba, pero iba a escondidas a tomar talleres de artesanías, y con todo el miedo le decía al marido “hoy voy a vender”, y se iba a otros pueblos a pesar del miedo. Zaida Baquero, es la primera mujer que condujo una tractomula en Colombia, se metió en un mundo masculino. Y quién la conoce, nadie. El libro está lleno de esas historias así, de no dejarse apabullar.
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